Este tinto es la figura exacta de un “vin de soif”, como dicen los franceses, o vino de sed, esto es, para beber y no darte cuenta que te trincas la botella en un suspiro. Las condiciones que debe tener es ligereza, con un color guinda, propio de un sangrado del mosto con la justa intervención de las pieles para que no transmitan sus asperezas, con frutosidad de la gama de frutos rojos, un leve toque balsámico de uva no muy madura y taninos suaves y fluidos. Es la última criatura de Finca Sandoval, cuyo patrón es Víctor de la Serna y que, por el momento, solo comercializa Lavinia. La visión universal de los diferentes vinos mundiales de Víctor, con la complicidad docta del enólogo Rafael Orozco, ha permitido producir un vino que el consumidor planetario entiende y acepta. Han sabido recoger de la monastrell (que acompaña a la syrah en un 50 %) ese rostro balsámico que, en ocasiones, me ha recordado a algunos bandols franceses o los frescos monastreles de los altos viñedos de Bullas. O sea, no lo que fácilmente recordamos de esta casta, como es la fruta negra compotada murciana y alicantina, sino el rasgo que imprime la altitud del viñedo de 850 metros que, para una variedad tardía como la monastrell, es siempre un reto. La syrah que en este terreno debe ir como la seda por ser más temprana, es un excelente compañero de viaje para recibir las sensaciones descritas. Un vino para beber y compartir y menos para reflexionar. Si muchos vinos se hicieran así la ingesta “per cápita” española sería mayor.
Dominio de Tares nació con el siglo y, en apenas cinco años, se ha convertido en el primer exportador de la zona bajo la dirección de un fuera de serie, como es Mario Rico, y que hoy fuera de la bodega acomete otros proyectos personales. También pasaron por la empresa, profesionales como la copa de un pino, como los enólogos Amancio Fernández (que hoy está en Finca de Losada) y Pedro González Mittelbrunn, actualmente propietario de Leyenda del Páramo en la D.O. Tierra de León. Hoy Rafael Somonte está al frente de la dirección técnica y ha sabido rescatar el retrato de la mencía sin dejarse avasallar por el roble.
(91 GP) ASTER 2012 TINTO (D.O. RIBERA DEL DUERO) 12€
El tinto es un cruce entre los rasgos típicos de la alta maduración de la tempranillo castellana de suelos drenados y cascajosos y los derivados de la larga crianza con los efectos de especias y evolución. El color es cereza granate y aroma con leves matices del ahumado cremoso del roble nuevo añadidos a los matices de cera y especias del roble usado. Destacan sus toques de cedro y especias finas. En boca hay predominio de los taninos amargosos del roble fundidos con los taninos maduros de la uva, es sabroso, con toques de frutos negros muy maduros y muy sabrosos.
Los nuevos tiempos de más precisión de los caracteres de la manzanilla dejaron atrás el Solear fácil y fresquito del llamado “fino feria”. La venta del modelo “en rama” se está poniendo de moda y no es otra cosa que la manzanilla de antes que, sin filtrar, respeta todos los valores biológicos que transmite la interrelación de la flor y la vieja madera de las botas. Barbadillo llegó aún más lejos: embotellar la manzanilla en cada estación climática. La Saca de verano 2015 con una flor menos consistente presenta un color pajizo, con leve matiz amarillo dorado. Aroma potente, salino, bota húmeda, recuerdos de pan de higos, entre ligero matiz de evolución y manzanilla “pasada”, punzante, autolisis. Boca potente, amargoso y suave no tan seco, sabroso, largo. La Saca de otoño 2015 posee un color pajizo, con leve matiz amarillo. Aroma delicado, con recuerdos de flor y bota vieja, punzante, salino. Boca suave, seco, salino, sabroso, amargoso, persistente. La Saca de invierno 2015 posee un color pajizo, de aroma potente, salino, mucha flor, punzante, delicado. Boca fino, ligero, seco, amargoso, más sutil. Aunque las diferencias no son esenciales me inclino más por la saca de invierno por la mayor presencia de la flor, condición principal de los vinos biológicos y por ser la saca más tardía de la cosecha.
¡Qué tiempos cuando hace 35 años esta marca mandaba en los lineales del supermercado! Entonces la calidad se resignaba a los precios y, en muchos casos, la procedencia riojana era dudosa en casi todos los vinos baratos riojanos de entonces. Hoy todo ha cambiado. Campo Viejo resuena como en sus primeros tiempos de los Sesenta, cuando ilustraba la memoria del rioja embotellado, antes que lo agitara de un lado para otro Bodegas y Bebidas y lo convirtiera en un rioja de masas. Hoy, con el trabajo de una veterana como Elena Adell y la excelente doma del roble sobre el vino, este Campo Viejo es un excelente modelo de rioja con expresión varietal, rico en matices ahumados de una madera bien fundida, ligero de cuerpo y de color granate con cierta viveza. Bien entendido que éste es el “vendimia seleccionada” y eso se nota.
Que los dioses consagren a quienes siguen elaborando el rioja clásico como La Rioja Alta S.A. Un patrón histórico que sí debería contar con una categoría explícita en la D.O. porque define la diferencia con el resto de los vinos, no solo de la Rioja, sino también del resto del mundo. La Rioja Alta siempre ha defendido este estilo, aun atravesando tiempos difíciles en los años Noventa, cuando en algunos 890 y 904 asomaban visos de humedad y moho, algo bastante normal en aquella época en casi todas las bodegas históricas.
(s/c GP) LARROSA 2015 ROSADO (D.O. RIOJA) 6€
(s/c GP) VIÑA POMAL CAVA RESERVA 2013 “BLANC DE NOIR” GARNACHA (D.O. RIOJA) 16,90€
Este blanc de Noir es otra cosa, y su precio, uno de los tres más caros de la casa Codorníu, atestigua una forma de elaboración más cercana a los buenos champagne de pinot noir. Cuenta con un color amarillo con irisaciones rojizas, y su finura en boca con un toque de dulcedumbre, se remata con un paso de boca y final ácido que le da una gran sabrosidad. No se comprende que, por su calidad, no figure en la Guía debido quizá a alguna desidia del proveedor.
Aunque la variedad palomino no es un dechado de carácter y complejidad, lo cierto es que el suelo de albariza, en donde se cultiva esta vinífera, marca mucho su finura y delicadeza. Mientras es difícil su identificación varietal, en cambio en nariz y en boca fluye con facilidad por su ligereza, con un aroma ligeramente a manzana madura, fresco, ligeramente frutal, limpio de boca, seco en paladar, pero con una entrada de ligera dulcedumbre y sabrosidad. Y eso que esta cosecha permitió unas uvas más pequeñas por la menor pluviometría y, por tanto, con más sabor que de costumbre. Un vino indefinido en su vertiente varietal, pero que en el enológico es equilibrado.
Elaborar un rosado con cabernet sauvignon siempre es un peligro. El carácter de la uva se acentúa en rasgos de grosellas y pimiento verde y más si el vino no sobrepasa los 12,5 grados que se supone de una maduración incompleta. En cambio, este rosado, tipo provenzal, en nada recuerda a estos matices que, en ocasiones, se hacen pastosos, apareciendo con una frescura, ligereza y frutosidad posiblemente debido a la mínima incursión del hollejo. No en balde el viñedo se halla en las tierras altas manchegas, en Albacete, a 850 metros de altitud. Algo tendrá que ver José Ramón Lissarrague, un conocedor de todos los secretos de las viñas meridionales y que asesora a esta firma a los sabuesos José Luis Asenjo y Silvia Burruezo, director técnico y enóloga respectivamente. El vino presenta un bonito color salmón con un aroma potente de fresa y manzana con una boca con cierta dulcedumbre, a pesar del bajo grado, pero punteada con una acidez fresca, ligera y sabrosa y con un final que evoca frutos rojos del bosque.
Es uno de los clásicos riojanos. Las largas crianzas de sus vinos han estado en ese límite entre el tradicional de 24 meses en barrica americana y francesa y el moderno reserva que se estila en la actualidad, donde se prima la conservación de la fruta a base de conservar los racimos en gas inerte a baja temperatura durante 5 días. No obstante, al menos en las añadas precedentes, el vino no ha alcanzado el sagrado podio de los 90 puntos. Posiblemente se deba a que todos los valores de la fruta queden neutralizados por los trasiegos que potencian los matices especiados evolutivos de la crianza clásica, dejando en un segundo plano el atributo varietal. Aun así, en esta añada se percibe cierta presencia frutal que apenas asoma entre los rasgos evolutivos de la crianza. Un tinto de bonito color cereza granate con un aroma potente, especiado, cuero, frutos secos y cera, con un paladar redondo, con taninos maduros y grasos, y con un retronasal de fina ebanistería.